lunes, 17 de abril de 2017

KÁKACH - LEYENDA DEL PÁJARO CARPINTERO





 Los Piscidos son familia de aves del orden de los Pisciformes, incluyen 218 especies conocidas popularmente, como pájaros carpinteros, carpinteritos, pitos, picamaderos, picatroncos, picapinos, chupasabias y torcecuellos.
   Se distribuyen cosmopolitamente, con excepción de Australia, Madagascar y las regiones polares extremas. Estas aves pueden ser migratorias o sedentarias; muchas habitan en el mismo lugar durante años,  pero otras se trasladan a lugares lejanos donde van a reproducirse en  zonas de invernada. Su tamaño varia entre los 20 y 59 centímetros,  al igual que su coloración, cambia según la región que habita .
 
 
   Bien al sur, en la punta más austral del país, donde el viento arrecia castigando los árboles altos que componen los bosques del lugar, donde el frío congela el aire, allí, se yergue Tierra del Fuego y en este confín dicen los antiguos que entre los Selk`nam, ancestrales moradores del lugar, habitaba un hombre cuyo nombre era Kákach y la leyenda narra como y por qué este joven se convirtió en un pájaro cuyo cuerpo es negro, rojo el copete y trepa a los saltos picoteando los árboles para hacer de ellos su hábitat.
 
Dicen que dicen…
…que entre los Selk`nam antiguos habitantes de Tierra del Fuego, vivía un hombre de menudo cuerpo, pero muy fuerte, decidido y corajudo que entre sus congéneres era reconocido como un ser valiente, de cuantiosas virtudes y entre las que sobresalía, la prudencia. Todos lo llamaban Kákach.
   Cierta vez, mientras el joven se paseaba a orillas del mar,  vió venir desde el norte a una mujer de colosal tamaño,  pero con una particularidad, tenía la cabeza muy pequeña, tanto,  que desentonaba sustancialmente con su amplio cuerpo.
   El hombre, al verla corrió para avisar a los demás,  pero nadie le creyó.
   Kákach, entre asustado y desesperado, se acordó de Kauj, un anciano sabio y hacia él se dirigió con premura para consultarlo.
   Kauj escuchó con atención la descripción que hizo Kákach de la mujer que había visto emerger del mar. El sabio, con el ceño fruncido y aspecto preocupado,  dijo reconocer a la mujer, refiriéndose a ella como Taita, a lo que más tarde agregó: - es la peor noticia que has podido darme -.
   Cuentan que por aquellos tiempos, la hoy conocida como Tierra del Fuego, solo tenía agua potable, apta para ser bebida, en una laguna, ya que los ríos, lagos y lagunas aún no se habían formado.
   Así fue que, cuando Taita tuvo sed, con sólo olfatear el ambiente, descubrió la tan preciada laguna y hacia allí se dirigió.
   Luego de rondar el lugar, la mujerona decidió que nadie más que ella bebería de la laguna, entonces comenzó a cortar árboles, los más altos y robustos con los que rodeó la laguna cercándola y se sentó a esperar.
   Uno a uno fueron llegando al lugar todos los nativos en busca del vital elemento, pero Taita, con decisión los espantó a todos, cuchillo en mano y firme convicción.
   En pocos días la desesperación se apoderó de todo el pueblo.
   Kákach estaba más que enojado, enojadísimo, y se prometió así mismo, terminar con la bruja malvada de una vez por todas y le declaró la guerra.
   Cumpliendo con el ritual, se hizo pintar la cara de rojo, costumbre que presagiaba la lucha, luego pidió traer polvo de carbón y con él se frotó el cuerpo para no ser visto bajo los rayos lunares.
   Llegada la noche, se deslizó con sigilo hasta donde se encontraba la impía enemiga.
   En la soledad nocturna, bajo el cielo estrellado, el guerrero comenzó a desplegar su plan.
   Su objetivo era abrir una zanja hacia el corral de Taita, con mucho esfuerzo fue avanzando poco a poco.
   Ya amanecía cuando al fin divisó su objetivo. Sí, allí estaba Taita cuchillo en mano.
   Daba temor verla allí, con su impresionante figura.
   Entonces Kákach se deslizó cuerpo a tierra y en un descuido tomó a la mujer por los tobillos, la sujetó tan fuerte que ella rodó por tierra, entonces, decidido le arrebató el filoso cuchillo, pero Taita con ligeros movimientos lo tomó de los cabellos y él aulló de dolor. Ella, ni lerda ni perezosa lo sujetó de la lengua con todas sus fuerzas, y se la estiró y estiró con idea de mordérsela, pero el muchacho reaccionó rápidamente y logró golpearla con el mismísimo cuchillo que le había quitado, hasta dejarla sin vida.
   Kákach había logrado su objetivo. Con gran dificultad se dirigió hasta la laguna y allí pudo aplacar su sed, luego enjuagó sus heridas y con una caracola que encontró por allí, entre dolorido y tembloroso, juntó agua para llevarle a los más ancianos.
   Los demás, al enterarse de las buenas nuevas, corrieron a la laguna atropelladamente y al fin, bebieron hasta saciarse.
   Kauj, el sabio, dijo que debía hallarse una solución para que no volvieran a repetirse hechos tan desgraciados como el que había acontecido. Nadie más debía adueñarse del agua.
   Como Kauj además de sabio tenía ciertas dotes de mago, tomó una honda, mojó una piedra en el lago, la acomodó con suma paciencia y la arrojó tan lejos y tan fuerte como pudo.
   Al caer, la piedra oradó el suelo, rajando la tierra y abriendo un cauce de lo que sería un río, entonces el agua de la laguna corrió libre por allí.
   Luego volvió a tomar otra piedra más grande, la arrojó y la enorme fuerza descendente  creó un hermoso lago. Y así arrojando piedras, surgieron lagunas, ríos y arroyos.
   Ustedes se preguntarán que fue del bravío guerrero Kákach, bueno parece ser que la pelea con Taita lo desequilibró un poco y se le dio por hacer cosas raras, como golpear y treparse a los árboles dando estrepitosas carcajadas, hasta que cierto día y ante la mirada azorada de su pueblo, el joven fue trasformándose en un pájaro, cuya cabeza, tal cual Kákach la tenía pintada para enfrentar a Taita, luce hasta hoy en día, un copete rojo, plumaje negro y brillante, lengua larga y entre picoteo y picoteo deja escapar un sonido, que asemeja a la risa.
   ¿Adivinan en que pájaro se convirtió Kákach ?. Claro que sí, en un hermoso pájaro carpintero, habitante de los bosque fueguinos.
   ¿Y qué fue de Kauj, el anciano? Dicen que a su muerte, emergió de su cuerpo un búho que también vive en los bosques y que cada vez que ve a un desconocido, emite un chistido en señal de aviso para que nadie más se adueñe de las aguas.  

adaptacion  Susana C. Otero
LEYENDA DE LAS CATARATAS DEL IGUAZÚ




 Dicen que dicen que ... para Iguá, el monte y la selva no guardaban secretos.
   Este joven guerrero del pueblo guaraní,  era sabedor de los peligros pero no les temía, gozaba al internarse en la espesura y explorar lo desconocido.
   Con el correr del tiempo su fama de intrépido explorador se acrecentaba y él, deseoso de aventuras se internaba cada vez más y más.
   En una de esas incursiones se adentro tanto que en su camino descubrió una exótica ribera bañada generosamente por un caudaloso río el cual nunca había sido visto antes, sin embargo lo que más lo impacto fue una bellísima joven que recogía caracolitos en la orilla.
   Era de tal hermosura aquella joven que él quedó prendado de ella y ya no pudo olvidarla.
   Desde aquel día, Iguá , cada vez que podía, recorría ese camino tan sólo para verla.
   Con el correr del tiempo se enteró que el nombre de la muchacha era Pora-sí y que era hija de un cacique.
   Lo que primero fue una amistad luego se convirtió en un amor apasionado pero Iguá también supo que el cacique jamás consentiría esa unión.
   Pora-sí debería contraer matrimonio con uno de los más fuertes y  poderosos guerreros que su padre  había elegido para ella.
   Sin embargo, ambos jóvenes estaban muy enamorados y aunque su padre lo ignoraba, no habían dejado de verse ni en un solo día en las últimas lunas.
   Los días transcurrían diáfanos y felices para ambos disfrutando uno de la compañía del otro.  Una  tardecita gris e invernal  Iguá encontró a Pora-sí  llorando desesperadamente, el  cacique, su padre, había decidido que con la llegada de los días cálidos se casara con el guerrero  a quien él la había prometido.
   Ante los hechos, ambos decidieron huir juntos, sin embargo, sabían que no les sería fácil ni a dónde  irían...
   Iguá sopesó la situación, si huyesen el padre de Pora-sí enfrentaría a la tribu de Iguá y seguramente correría sangre, él jamás aceptaría  perder a su hija sin luchar.
   La otra opción sería internarse en la selva profunda, algo a la que Iguá estaba sumamente acostumbrado pero él se preguntaba cuanto soportaría Porá-sí tan pesado viaje y la extrema soledad del monte.
   Tal vez, la más acertada decisión sería cruzar el torrentoso río que se extendía frente a ellos.
   Sin más que sus propias conciencias ambos jóvenes se tomaron de las manos llevando consigo muy pocas pertenencias y fueron en búsqueda de un lugar donde  poder cruzar          sin que la corriente los llevase a la deriva.
   El ingenio de Iguá era tan  amplio, como su habilidad. 
   Al llegar a la vera del río Iguá le encargó a Pora-sí  que cortase algunas lianas de las que abundan en el monte, él sin pérdida de tiempo, recolectó algunos troncos a los que más tarde  sujetó fuertemente con las lianas, en poco tiempo logró construir una pequeña balsa.
   Ya estaban  por finalizar la tarea cuando oyeron fuertes gritos, Pora-sí  reconoció el vozarrón de su padre, -¡es él!, vienen por nosotros-.
   Iguá no perdió el tiempo, lanzó la improvisada balsa al río y en un tris se apoderó de su amada cargándola en andas, con paso firme corrió y de un preciso salto trepó a la balsa, a la que  muy pronto el impulso del  agua la arrastro río abajo,  entonces Iguá remo con todas sus fuerzas , si bien estaban asustados, se sentían exultantes porque estaban  juntos y de alguna forma, sentían que el amor era capaz de vencer al odio, y si fuera necesario morir lo harían juntos.
   Los perseguidores no se daban por vencidos, trataban de alcanzarlos utilizando una copiosa lluvia de flechas.
   Pora-sí e Iguá se abrazaban de tal forma eran uno solo.
   Tupá , que por suerte había estado observando y de alguna manera comprendía y se compadecía, alzó su mano y en cada respingo que daba la balsa fue formando grandes barrancas  guiándolos  lejos del alcance de las flechas y cortándoles el paso a los guerreros que venían pisándoles los talones.
   Al fin se dieron por vencidos y como por arte de magia la balsa tocó la orilla contraria y se detuvo.
   Los jóvenes, ya en tierra firme, vieron con asombro que detrás de ellos se habían ido formando alucinantes cataratas por donde a sus perseguidores  les sería imposible pasar.
   Ambos agradecidos, le dieron las gracias a Tupá por haberlos puesto a salvo y prometieron cuidar ese amor para siempre.
   También  se dice que cuando de ese amor llegó el primer retoño y se lo llevaron a conocer al padre de Pora-sí, esta aventura paso a ser una anécdota porque en definitiva los padres siempre perdonan.  

adaptacion Susana C. Otero
LEYENDA TEHUELCHE, LA CREACIÓN DE LAS FLORES




  Dicen que dicen... los abuelos sabios, que hubo un tiempo que el generoso hacedor de todas las cosas, no le había puesto flores a las plantas que cubrían la tierra. Sólo abundaba el verde en todas ellas.
   También dicen que en la Patagonia vivía una niña muy bella. Cuentan que los jóvenes que la conocían,  solían caminar largas distancias sólo para poder contemplarla aunque más no fuese de lejos y si ella los reconocía, ellos recibían como premio la amplia sonrisa de la bella Kospi.
   Como todas las mujeres Tehuelches, Kospi tejía mantas y también las pintaba.
   La jovencita adoraba sentarse a orillas del lago, mientras el solcito calentaba la tarde, mirándose  espejada en las cristalinas aguas, destrenzando sus largos y renegridos cabellos y peinarlos con su peinecito de hueso.
   Así la sorprendió Karut, el trueno, aquel día de otoño.
   Hacía muchas lunas que Karut venía persiguiéndola, claro que ella no le prestaba atención, cosa que enojaba mucho a Karut.
   Sin embargo, esta vez el trueno estaba decidido a lograr su cometido, y sin que ella tuviese tiempo de reaccionar y defenderse Karut la aprisiono entre sus poderosas garras, la raptó y la llevó consigo, trepó las altas cumbres y la encerró en una caverna lejos de todo y de todos.
   Por más que la bella Kospi lloró, pataleó y suplicó, Karut, el trueno no se conmovió, ella estaba presa en la más absoluta soledad, era grande su pena y el frío sepulcral de la montaña congelaba el alma y el cuerpo de la joven.
   Allá en la lúgubre cima el aire gélido, primero le entumeció los pies, luego fue trepándole por las piernas y le  subió por el cuerpo hasta congelarla y confundirse con el hielo de las cumbres.
   Quizás, fue por eso. que Karut la perdió en la inmensidad y por más que vociferó con su tremendo vozarrón haciendo temblar la tierra, sólo pudo despertar a Lluvia que comenzó a caer y llovió sin cesar vaya uno a saber cuanto...
   Kospi, que ahora era sólo una masa de hielo, fue arrastrada y al deslizarse por la ladera de la montaña, el temeroso sol derritió el hielo y el agua buscó el valle hasta inundarlo.
   Y llegó la primavera.
   Kospi, hecha gotita trepó por el tallo de una planta, llegó hasta copa y subió por una rama y al tocar el extremo, al fin pudo vislumbrar nuevamente su amado pueblo, y ohhh sorpresa!, estalló en una colorida flor.
   Tal vez debido a esto en Tehuelche se les llama kospi a los pétalos de las flores.


adaptacion Susana C. Otero
LEYENDA DE LA FLOR DEL CAMALOTE 

El camalote es una planta acuática   que se encuentra en arroyos, ríos y lagunas.
Tiene hojas grandes, de un verde intenso que al florecer produce unas hermosas flores aliladas y muy llamativas.



   Dicen que dicen...que antes que llegase el colonizador, mucho antes, vivían felices y alegres a orillas del río, unos nativos cuyo creador era conocido como Tupá.
   Cuentan que cierta vez, asombrados y alarmados  vieron llegar a gente de tez pálida y cabellos dorados a instalarse en las tierras que ellos habitaban.
   Por cierto, no fueron bien recibidos y hubo disputas y  encarnizados combates entre ambos bandos, y si no fuera por la mediación de uno de los blancos, que hablaba de otro Dios y cuyo accionar era mucho más pacífico, no hubiesen podido convivir, como lo lograron por mucho tiempo.
   Con el transcurrir del tiempo no sólo llegaron a ser vecinos si no buenos amigos.
   La hija del jefe invasor se convirtió en una bella jovencita que llamaba mucho la atención por sus cabellos dorados y sus trasparentes ojos alilados.
   La muchacha no era solo bonita, si no que era buena y compasiva. Tenía una especial devoción por los pequeños a los que ayudaba y daba consejos.
   Era ella la que curaba raspones y limpiaba las heridas.
   Cierta tarde de de verano, cuando el calor arreciaba y las chicharras hacían oír su monocorde canto, los pequeños de piel cobriza se divertían en el río, algunos nadaban, otros  chapoteaban y los menos correteaban a la orilla.
   De repente ,  y sin previo aviso, el río enfurecido comenzó a crecer, los muchachos más grandes comenzaron a dar la voz de alarma, cuando ya pensaban que todos estaban a salvo, se oyeron los gritos desesperados de un niños , el pequeño luchaba por salir pero la fuerza del agua lo arrastraba apartándolo más y más de la orilla. Fue entonces, cuando la joven se percató de lo que ocurría y sin pérdida de tiempo se arrojó al agua en busca del muchacho.
   Ella nadó unos cuantos metros y con mucho esfuerzo logro asirlo del cabello y sacarlo para que respirara,  así lo mantuvo varios minutos a flote.
   Alertado el padre del muchachito que resulto ser el jefe de la comunidad y un experto nadador, se arrojo al agua y con un par de brazadas llegó hasta donde ambos luchaban contra la fuerte correntada.
   El logró salvar al niño, pero al volver por la jovencita ya no la vio más, ella jamás fue encontrada.
   Su cuerpo había sido devorado indefectiblemente por las fauces del río.
   Tristes y apesadumbrados le rogaron a Tupá que alumbrase el camino de la muchacha, que heroicamente había ofrecido su vida a cambio de la del niño.
   Unidos por las súplicas, blancos y guaraníes pedían y rogaban por el alma de la desafortunada muchacha,  pero fue el shamán, quien les comunico la buena nueva, Tupá , ante la generosidad de la joven, había resuelto que ella viviese para siempre renaciendo en una flor acuática que adornaría  ríos, lagos y lagunas de la región.
   Es así como cada primavera los ojos transparentes y buenos de aquella valiente jovencita de blanca tez alegran la vida y el paisaje transformados en las bellas flores del camalote.


adaptacion Susana C. Otero
   
Shamán: Para el blanco, el brujo, para los originarios el sabio, el médico y el que intercedía entre Tupá y los mortales.  
Tupá: el gran hacedor.

miércoles, 12 de abril de 2017

"Vals Municipal" - María Elena Walsh

De manera colaborativa, todas las escuelas del Distrito 5º trabajamos "La Poesia" acompañados por nuestro Supervisor de Bibliotecas Escolares DDEE 4º y 5º Sr Jorge López y la Asesora Pedagógica de Intec Marcela Santos.
El resultado de este trabajo lo pueden apreciar en este video, donde Docentes, Alumnos y Bibliotecarios del Distrito trabajamos en equipo.

A disfrutarlo