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jueves, 1 de junio de 2017

EL ORIGEN DE LA LLUVIA



   Dicen que dicen los abuelos sabios, que en los primeros tiempos, el gran chacú, el cual no era el lugar de caza, había tanta agua que no se podían vislumbrar los montes, ni los bosques, pues el hacedor de todo lo creado, habíale dado vida a un hombre de agua cuyo cuerpo acuoso inundaba todo el lugar con sólo pasearse por aquellas tierras, su nombre era el hombre Lluvia.

   Lluvia solía divertirse invitando a otros a fiestas, en las que se bailaba, comía y bebía hasta altas horas de la madrugada, no había día que no organizara una reunión en pos de la diversión.
   Cierta vez, lluvia conoció a Tokjuaj, un héroe del pueblo Wichi.
   Cuentan que Lluvia invitó a Tokjuaj a divertirse con ellos, pero Lluvia tenía una mala costumbre, la de no ser generoso con sus invitados y omitió convidar comida y bebida a Tokjuaj, por lo que el héroe se enojó sobremanera y le recrimino a Lluvia por su mala actitud, Lluvia que ya había bebido bastante trató de agredir a Tokjuaj y se trabó en lucha, pero Tokjuaj era más fuerte y ganó la contienda, no sin antes advertirle a Lluvia sobre su proceder, además, le echó en cara que siempre andaba por ahí inundándolo todo, y le hizo prometer que eso ya no debía suceder más.
   Lluvia estaba enojadísimo, corrió y corrió hasta refugiarse en la cima de un cerro.
   Allí medito su accionar, sabiéndose culpable decidió dar un salto liberador y trepó al cielo donde se quedó a vivir para siempre.
   Por cierto ya no hubo más inundaciones en el gran Chaco, pero cada vez que Lluvia llora extrañando su antigua morada, sus lágrimas caen sobre la tierra, es lo que conocemos como lluvia.
   También, quienes le conocen, dicen que por estos días Lluvia suele viajar de estrella en estrella para no aburrirse, pero cuando su tristeza lo supera emite unos fuertes gritos, tan pero tan fuertes que retumban sobre la tierra y nosotros conocemos como truenos, y desde allí arriba, la temerosa mirada de Lluvia se asoma entre las nubes para vislumbrar su añorada pacha y verla mejor, entonces alumbra con sus potentes ojos, eso es lo que hoy conocemos como relámpagos.


adaptación Susana C. Otero



lunes, 22 de mayo de 2017

Leyenda de la Niña Encantada 

En una laguna de Los Molles, Malargüe (Mendoza) surge la leyenda de La Niña Encantada. La historia de una hermosísima indiecita mapuche enamorada, que llenó de misterio este lugar, y la naturaleza sabiamente, equilibró en perfecta armonía de colores, sonidos, perfumes y paisaje. Hacemos una transcripción del libro Leyendas Mendocinas de Jorge Julio Ammar, docente mendocino, que escribió una serie de libros relacionados con este género literario.




La niña encantada
Había una vez, una hermosísima princesa indígena que se llamaba Elcha. Su belleza era realmente llamativa y, por su puesto, era la alegría de toda la tribu.
Por aquel entonces, la tribu de Elcha estaba enfrentada a otra tribu vecina en la que vivía un joven indio que había crecido en amistad y compañerismo con la princesita.
A medida que pasaba el tiempo, esa amistad fue convirtiéndose en verdadero amor, un amor sólido – como la roca de las serranías que les servían de abrigo – y puro – como las aguas surgentes que corrían por los valles cordilleranos.
La bruja de la tribu, ante la animosidad que presentaban las familias, sugirió al cacique  que la mejor manera de detener la beligerancia que existía, era casando a Elcha con un hijo del cacique de la tribu vecina.
Ambos caciques se reunieron y se pusieron de acuerdo, fijándose la fecha del enlace para la próxima luna nueva.
Elcha fue informada de la decisión de su padre. Ante ello, en la noche anterior a la boda el joven indio tomó dos caballos de su tribu y escaparon velozmente hacia el norte.
De inmediato, ante la huida, las dos tribus se aprestaron a una persecución ara que se cumpliera el designio de los caciques,
Era noche de tormenta. Comenzó a llover. Los perseguidores acortaban la distancia que los separaban de los fugitivos.
En un momento, los jóvenes entendieron que habían extraviado el camino y siguieron adelante hasta que un abrupto corte les cerró el paso. Hacia abajo, en el precipicio, solo se divisaba el espejo de una pequeña laguna en la que se reflejaban los rayos y relámpagos de la tormenta que estaba encima de ellos.
Miraron hacia atrás y la luz de un relámpago iluminó a los perseguidores que ya estaban muy cerca.
Elcha y el joven no lo pensaron y decidieron arrojarse al agua.
La primera en llegar y asomarse a la laguna fue la bruja y el en instante en que lo hizo un poderoso rayo descargó sobre ella toda su enero  dejándola petrificada allí.
El resto de los perseguidores se acercaron temerosos y vieron reflejada en la superficie de la laguna la imagen de Elcha,
Desde entonces y hasta hoy, tanto la bruja petrificada y la imagen de Elcha se pueden distinguir perfectamente y por eso que los lugareños bautizaron a ese espejo de agua como “La laguna de la Niña Encantada”.
Elcha, en lengua mapuche significa espejo.

lunes, 15 de mayo de 2017

                  LA LEYENDA DEL ÑANDÚ



 
Hace muchos, muchísimos años, habitaba en tierras mendocinas una gran tribu de indígenas muy buenos, hospitalarios y trabajadores.
 Ellos vivían en paz, pero un buen día se enteraron que del otro lado de la cordillera y desde el norte de la región se acercaban aborígenes feroces, guerreros, muy malos.
Pronto, los invasores rodearon la tribu de los indios buenos, quienes decidieron pedir ayuda a un pueblo amigo que vivía en el este.

 Pero para llevar la noticia, era necesario pasar a través del cerco de los invasores, y ninguno se animaba a hacerlo. Por fin, un muchacho como de veinte años, fuerte y ágil, que se había casado con una joven de su tribu no hacía más de un mes, se presentó ante su jefe, resuelto a todo, se ofreció a intentar la aventura, y después de recibir una cariñosa despedida de toda la tribu, muy de madrugada, partió en compañía de su esposa.
 Marchando con el incansable trotecito indígena, marido y mujer no encontraron sino hasta el segundo día, las avanzadas enemigas.
Sin separarse ni por un momento y confiados en sus ágiles piernas, corrían, saltaban, evitaban los lazos y boleadoras que los invasores les lanzaban. Perseguidos cada vez de más cerca por los feroces guerreros, siguieron corriendo siempre, aunque muy cansados, hacia el naciente. Y cuando parecía que ya iban a ser atrapados, comenzaron a sentirse más livianos; de pronto se transformaban.
 Las piernas se hacían más delgadas, los brazos se convertían en alas, el cuerpo se les cubría de plumas. Los rasgos humanos de los dos jóvenes desaparecieron, para dar lugar a las esbeltas formas de dos aves de gran tamaño: quedaron convertidos en lo que, con el tiempo. se llamó ñandú. 
A toda velocidad, dejando muy atrás a sus perseguidores, llegaron a la tribu de sus amigos.
 Éstos, alertados, tomaron sus armas y se  pusieron en marcha rápidamente.
Sorprendieron a los invasores por delante y por detrás. y los derrotaron, obligándolos a regresar  a sus tierras. Y así cuenta la leyenda que fue como apareció el ñandú sobre la Tierra.

LA BALLENA SEGÚN LOS TEHUELCHES




Goos, así llamaban los tehuelches a la ballena. Es éste un mamífero cetáceo   y el mayor de los animales conocidos, varía entre los seis metros de las ballenas enanas hasta los treinta metros de la ballena azul, que llega a pesar ciento cincuenta toneladas. Se alimentan de placton, que filtran mediante sus barbas.
Su cuerpo esta revestido de una gruesa capa de grasa, que ayuda a su flotación y les sirve de aislante térmico. Se reproducen durante el invierno, en las aguas templadas o subtropicales, emigrando en verano a las aguas circumpolares.
Su pesca es intensiva porque de ella obtienen aceite. En la patagonia Argentina los  tehuelches, jamás consumieron ningún producto de origen marino pero tienen varios mitos y leyendas sobre la fauna acuática.
 
Dicen que dicen….
 
….que Goos, la ballena, era un ser terrestre en el principio de los tiempos.
   Cuando Elal, dios de los tehuelches descubrió que misteriosamente mucha gente desaparecía, puso sus ojos en Goos y entonces comenzó a observarla y acecharla, hasta que descubrió que cuando ésta abría su gran bocaza, para aspirar el aire fresco de la Patagonia, tragaba todo lo que encontraba a su paso.
   Se transformó entonces Elal en tábano, que es un insecto muy molesto y picando insistentemente al monstruoso Goos logró que éste abriera su bocaza y se lo tragara.
   En el interior de la ballena, Elal, reasumió su forma humana y con gran alborozo descubrió a algunos sobrevivientes encerrados en el estómago de la ballena; con un filoso cuchillo abrió la panza del animal y por allí, salieron los hombres.                 

adaptación Susana C. Otero 


lunes, 17 de abril de 2017

KÁKACH - LEYENDA DEL PÁJARO CARPINTERO





 Los Piscidos son familia de aves del orden de los Pisciformes, incluyen 218 especies conocidas popularmente, como pájaros carpinteros, carpinteritos, pitos, picamaderos, picatroncos, picapinos, chupasabias y torcecuellos.
   Se distribuyen cosmopolitamente, con excepción de Australia, Madagascar y las regiones polares extremas. Estas aves pueden ser migratorias o sedentarias; muchas habitan en el mismo lugar durante años,  pero otras se trasladan a lugares lejanos donde van a reproducirse en  zonas de invernada. Su tamaño varia entre los 20 y 59 centímetros,  al igual que su coloración, cambia según la región que habita .
 
 
   Bien al sur, en la punta más austral del país, donde el viento arrecia castigando los árboles altos que componen los bosques del lugar, donde el frío congela el aire, allí, se yergue Tierra del Fuego y en este confín dicen los antiguos que entre los Selk`nam, ancestrales moradores del lugar, habitaba un hombre cuyo nombre era Kákach y la leyenda narra como y por qué este joven se convirtió en un pájaro cuyo cuerpo es negro, rojo el copete y trepa a los saltos picoteando los árboles para hacer de ellos su hábitat.
 
Dicen que dicen…
…que entre los Selk`nam antiguos habitantes de Tierra del Fuego, vivía un hombre de menudo cuerpo, pero muy fuerte, decidido y corajudo que entre sus congéneres era reconocido como un ser valiente, de cuantiosas virtudes y entre las que sobresalía, la prudencia. Todos lo llamaban Kákach.
   Cierta vez, mientras el joven se paseaba a orillas del mar,  vió venir desde el norte a una mujer de colosal tamaño,  pero con una particularidad, tenía la cabeza muy pequeña, tanto,  que desentonaba sustancialmente con su amplio cuerpo.
   El hombre, al verla corrió para avisar a los demás,  pero nadie le creyó.
   Kákach, entre asustado y desesperado, se acordó de Kauj, un anciano sabio y hacia él se dirigió con premura para consultarlo.
   Kauj escuchó con atención la descripción que hizo Kákach de la mujer que había visto emerger del mar. El sabio, con el ceño fruncido y aspecto preocupado,  dijo reconocer a la mujer, refiriéndose a ella como Taita, a lo que más tarde agregó: - es la peor noticia que has podido darme -.
   Cuentan que por aquellos tiempos, la hoy conocida como Tierra del Fuego, solo tenía agua potable, apta para ser bebida, en una laguna, ya que los ríos, lagos y lagunas aún no se habían formado.
   Así fue que, cuando Taita tuvo sed, con sólo olfatear el ambiente, descubrió la tan preciada laguna y hacia allí se dirigió.
   Luego de rondar el lugar, la mujerona decidió que nadie más que ella bebería de la laguna, entonces comenzó a cortar árboles, los más altos y robustos con los que rodeó la laguna cercándola y se sentó a esperar.
   Uno a uno fueron llegando al lugar todos los nativos en busca del vital elemento, pero Taita, con decisión los espantó a todos, cuchillo en mano y firme convicción.
   En pocos días la desesperación se apoderó de todo el pueblo.
   Kákach estaba más que enojado, enojadísimo, y se prometió así mismo, terminar con la bruja malvada de una vez por todas y le declaró la guerra.
   Cumpliendo con el ritual, se hizo pintar la cara de rojo, costumbre que presagiaba la lucha, luego pidió traer polvo de carbón y con él se frotó el cuerpo para no ser visto bajo los rayos lunares.
   Llegada la noche, se deslizó con sigilo hasta donde se encontraba la impía enemiga.
   En la soledad nocturna, bajo el cielo estrellado, el guerrero comenzó a desplegar su plan.
   Su objetivo era abrir una zanja hacia el corral de Taita, con mucho esfuerzo fue avanzando poco a poco.
   Ya amanecía cuando al fin divisó su objetivo. Sí, allí estaba Taita cuchillo en mano.
   Daba temor verla allí, con su impresionante figura.
   Entonces Kákach se deslizó cuerpo a tierra y en un descuido tomó a la mujer por los tobillos, la sujetó tan fuerte que ella rodó por tierra, entonces, decidido le arrebató el filoso cuchillo, pero Taita con ligeros movimientos lo tomó de los cabellos y él aulló de dolor. Ella, ni lerda ni perezosa lo sujetó de la lengua con todas sus fuerzas, y se la estiró y estiró con idea de mordérsela, pero el muchacho reaccionó rápidamente y logró golpearla con el mismísimo cuchillo que le había quitado, hasta dejarla sin vida.
   Kákach había logrado su objetivo. Con gran dificultad se dirigió hasta la laguna y allí pudo aplacar su sed, luego enjuagó sus heridas y con una caracola que encontró por allí, entre dolorido y tembloroso, juntó agua para llevarle a los más ancianos.
   Los demás, al enterarse de las buenas nuevas, corrieron a la laguna atropelladamente y al fin, bebieron hasta saciarse.
   Kauj, el sabio, dijo que debía hallarse una solución para que no volvieran a repetirse hechos tan desgraciados como el que había acontecido. Nadie más debía adueñarse del agua.
   Como Kauj además de sabio tenía ciertas dotes de mago, tomó una honda, mojó una piedra en el lago, la acomodó con suma paciencia y la arrojó tan lejos y tan fuerte como pudo.
   Al caer, la piedra oradó el suelo, rajando la tierra y abriendo un cauce de lo que sería un río, entonces el agua de la laguna corrió libre por allí.
   Luego volvió a tomar otra piedra más grande, la arrojó y la enorme fuerza descendente  creó un hermoso lago. Y así arrojando piedras, surgieron lagunas, ríos y arroyos.
   Ustedes se preguntarán que fue del bravío guerrero Kákach, bueno parece ser que la pelea con Taita lo desequilibró un poco y se le dio por hacer cosas raras, como golpear y treparse a los árboles dando estrepitosas carcajadas, hasta que cierto día y ante la mirada azorada de su pueblo, el joven fue trasformándose en un pájaro, cuya cabeza, tal cual Kákach la tenía pintada para enfrentar a Taita, luce hasta hoy en día, un copete rojo, plumaje negro y brillante, lengua larga y entre picoteo y picoteo deja escapar un sonido, que asemeja a la risa.
   ¿Adivinan en que pájaro se convirtió Kákach ?. Claro que sí, en un hermoso pájaro carpintero, habitante de los bosque fueguinos.
   ¿Y qué fue de Kauj, el anciano? Dicen que a su muerte, emergió de su cuerpo un búho que también vive en los bosques y que cada vez que ve a un desconocido, emite un chistido en señal de aviso para que nadie más se adueñe de las aguas.  

adaptacion  Susana C. Otero
LEYENDA DE LAS CATARATAS DEL IGUAZÚ




 Dicen que dicen que ... para Iguá, el monte y la selva no guardaban secretos.
   Este joven guerrero del pueblo guaraní,  era sabedor de los peligros pero no les temía, gozaba al internarse en la espesura y explorar lo desconocido.
   Con el correr del tiempo su fama de intrépido explorador se acrecentaba y él, deseoso de aventuras se internaba cada vez más y más.
   En una de esas incursiones se adentro tanto que en su camino descubrió una exótica ribera bañada generosamente por un caudaloso río el cual nunca había sido visto antes, sin embargo lo que más lo impacto fue una bellísima joven que recogía caracolitos en la orilla.
   Era de tal hermosura aquella joven que él quedó prendado de ella y ya no pudo olvidarla.
   Desde aquel día, Iguá , cada vez que podía, recorría ese camino tan sólo para verla.
   Con el correr del tiempo se enteró que el nombre de la muchacha era Pora-sí y que era hija de un cacique.
   Lo que primero fue una amistad luego se convirtió en un amor apasionado pero Iguá también supo que el cacique jamás consentiría esa unión.
   Pora-sí debería contraer matrimonio con uno de los más fuertes y  poderosos guerreros que su padre  había elegido para ella.
   Sin embargo, ambos jóvenes estaban muy enamorados y aunque su padre lo ignoraba, no habían dejado de verse ni en un solo día en las últimas lunas.
   Los días transcurrían diáfanos y felices para ambos disfrutando uno de la compañía del otro.  Una  tardecita gris e invernal  Iguá encontró a Pora-sí  llorando desesperadamente, el  cacique, su padre, había decidido que con la llegada de los días cálidos se casara con el guerrero  a quien él la había prometido.
   Ante los hechos, ambos decidieron huir juntos, sin embargo, sabían que no les sería fácil ni a dónde  irían...
   Iguá sopesó la situación, si huyesen el padre de Pora-sí enfrentaría a la tribu de Iguá y seguramente correría sangre, él jamás aceptaría  perder a su hija sin luchar.
   La otra opción sería internarse en la selva profunda, algo a la que Iguá estaba sumamente acostumbrado pero él se preguntaba cuanto soportaría Porá-sí tan pesado viaje y la extrema soledad del monte.
   Tal vez, la más acertada decisión sería cruzar el torrentoso río que se extendía frente a ellos.
   Sin más que sus propias conciencias ambos jóvenes se tomaron de las manos llevando consigo muy pocas pertenencias y fueron en búsqueda de un lugar donde  poder cruzar          sin que la corriente los llevase a la deriva.
   El ingenio de Iguá era tan  amplio, como su habilidad. 
   Al llegar a la vera del río Iguá le encargó a Pora-sí  que cortase algunas lianas de las que abundan en el monte, él sin pérdida de tiempo, recolectó algunos troncos a los que más tarde  sujetó fuertemente con las lianas, en poco tiempo logró construir una pequeña balsa.
   Ya estaban  por finalizar la tarea cuando oyeron fuertes gritos, Pora-sí  reconoció el vozarrón de su padre, -¡es él!, vienen por nosotros-.
   Iguá no perdió el tiempo, lanzó la improvisada balsa al río y en un tris se apoderó de su amada cargándola en andas, con paso firme corrió y de un preciso salto trepó a la balsa, a la que  muy pronto el impulso del  agua la arrastro río abajo,  entonces Iguá remo con todas sus fuerzas , si bien estaban asustados, se sentían exultantes porque estaban  juntos y de alguna forma, sentían que el amor era capaz de vencer al odio, y si fuera necesario morir lo harían juntos.
   Los perseguidores no se daban por vencidos, trataban de alcanzarlos utilizando una copiosa lluvia de flechas.
   Pora-sí e Iguá se abrazaban de tal forma eran uno solo.
   Tupá , que por suerte había estado observando y de alguna manera comprendía y se compadecía, alzó su mano y en cada respingo que daba la balsa fue formando grandes barrancas  guiándolos  lejos del alcance de las flechas y cortándoles el paso a los guerreros que venían pisándoles los talones.
   Al fin se dieron por vencidos y como por arte de magia la balsa tocó la orilla contraria y se detuvo.
   Los jóvenes, ya en tierra firme, vieron con asombro que detrás de ellos se habían ido formando alucinantes cataratas por donde a sus perseguidores  les sería imposible pasar.
   Ambos agradecidos, le dieron las gracias a Tupá por haberlos puesto a salvo y prometieron cuidar ese amor para siempre.
   También  se dice que cuando de ese amor llegó el primer retoño y se lo llevaron a conocer al padre de Pora-sí, esta aventura paso a ser una anécdota porque en definitiva los padres siempre perdonan.  

adaptacion Susana C. Otero
LEYENDA TEHUELCHE, LA CREACIÓN DE LAS FLORES




  Dicen que dicen... los abuelos sabios, que hubo un tiempo que el generoso hacedor de todas las cosas, no le había puesto flores a las plantas que cubrían la tierra. Sólo abundaba el verde en todas ellas.
   También dicen que en la Patagonia vivía una niña muy bella. Cuentan que los jóvenes que la conocían,  solían caminar largas distancias sólo para poder contemplarla aunque más no fuese de lejos y si ella los reconocía, ellos recibían como premio la amplia sonrisa de la bella Kospi.
   Como todas las mujeres Tehuelches, Kospi tejía mantas y también las pintaba.
   La jovencita adoraba sentarse a orillas del lago, mientras el solcito calentaba la tarde, mirándose  espejada en las cristalinas aguas, destrenzando sus largos y renegridos cabellos y peinarlos con su peinecito de hueso.
   Así la sorprendió Karut, el trueno, aquel día de otoño.
   Hacía muchas lunas que Karut venía persiguiéndola, claro que ella no le prestaba atención, cosa que enojaba mucho a Karut.
   Sin embargo, esta vez el trueno estaba decidido a lograr su cometido, y sin que ella tuviese tiempo de reaccionar y defenderse Karut la aprisiono entre sus poderosas garras, la raptó y la llevó consigo, trepó las altas cumbres y la encerró en una caverna lejos de todo y de todos.
   Por más que la bella Kospi lloró, pataleó y suplicó, Karut, el trueno no se conmovió, ella estaba presa en la más absoluta soledad, era grande su pena y el frío sepulcral de la montaña congelaba el alma y el cuerpo de la joven.
   Allá en la lúgubre cima el aire gélido, primero le entumeció los pies, luego fue trepándole por las piernas y le  subió por el cuerpo hasta congelarla y confundirse con el hielo de las cumbres.
   Quizás, fue por eso. que Karut la perdió en la inmensidad y por más que vociferó con su tremendo vozarrón haciendo temblar la tierra, sólo pudo despertar a Lluvia que comenzó a caer y llovió sin cesar vaya uno a saber cuanto...
   Kospi, que ahora era sólo una masa de hielo, fue arrastrada y al deslizarse por la ladera de la montaña, el temeroso sol derritió el hielo y el agua buscó el valle hasta inundarlo.
   Y llegó la primavera.
   Kospi, hecha gotita trepó por el tallo de una planta, llegó hasta copa y subió por una rama y al tocar el extremo, al fin pudo vislumbrar nuevamente su amado pueblo, y ohhh sorpresa!, estalló en una colorida flor.
   Tal vez debido a esto en Tehuelche se les llama kospi a los pétalos de las flores.


adaptacion Susana C. Otero
LEYENDA DE LA FLOR DEL CAMALOTE 

El camalote es una planta acuática   que se encuentra en arroyos, ríos y lagunas.
Tiene hojas grandes, de un verde intenso que al florecer produce unas hermosas flores aliladas y muy llamativas.



   Dicen que dicen...que antes que llegase el colonizador, mucho antes, vivían felices y alegres a orillas del río, unos nativos cuyo creador era conocido como Tupá.
   Cuentan que cierta vez, asombrados y alarmados  vieron llegar a gente de tez pálida y cabellos dorados a instalarse en las tierras que ellos habitaban.
   Por cierto, no fueron bien recibidos y hubo disputas y  encarnizados combates entre ambos bandos, y si no fuera por la mediación de uno de los blancos, que hablaba de otro Dios y cuyo accionar era mucho más pacífico, no hubiesen podido convivir, como lo lograron por mucho tiempo.
   Con el transcurrir del tiempo no sólo llegaron a ser vecinos si no buenos amigos.
   La hija del jefe invasor se convirtió en una bella jovencita que llamaba mucho la atención por sus cabellos dorados y sus trasparentes ojos alilados.
   La muchacha no era solo bonita, si no que era buena y compasiva. Tenía una especial devoción por los pequeños a los que ayudaba y daba consejos.
   Era ella la que curaba raspones y limpiaba las heridas.
   Cierta tarde de de verano, cuando el calor arreciaba y las chicharras hacían oír su monocorde canto, los pequeños de piel cobriza se divertían en el río, algunos nadaban, otros  chapoteaban y los menos correteaban a la orilla.
   De repente ,  y sin previo aviso, el río enfurecido comenzó a crecer, los muchachos más grandes comenzaron a dar la voz de alarma, cuando ya pensaban que todos estaban a salvo, se oyeron los gritos desesperados de un niños , el pequeño luchaba por salir pero la fuerza del agua lo arrastraba apartándolo más y más de la orilla. Fue entonces, cuando la joven se percató de lo que ocurría y sin pérdida de tiempo se arrojó al agua en busca del muchacho.
   Ella nadó unos cuantos metros y con mucho esfuerzo logro asirlo del cabello y sacarlo para que respirara,  así lo mantuvo varios minutos a flote.
   Alertado el padre del muchachito que resulto ser el jefe de la comunidad y un experto nadador, se arrojo al agua y con un par de brazadas llegó hasta donde ambos luchaban contra la fuerte correntada.
   El logró salvar al niño, pero al volver por la jovencita ya no la vio más, ella jamás fue encontrada.
   Su cuerpo había sido devorado indefectiblemente por las fauces del río.
   Tristes y apesadumbrados le rogaron a Tupá que alumbrase el camino de la muchacha, que heroicamente había ofrecido su vida a cambio de la del niño.
   Unidos por las súplicas, blancos y guaraníes pedían y rogaban por el alma de la desafortunada muchacha,  pero fue el shamán, quien les comunico la buena nueva, Tupá , ante la generosidad de la joven, había resuelto que ella viviese para siempre renaciendo en una flor acuática que adornaría  ríos, lagos y lagunas de la región.
   Es así como cada primavera los ojos transparentes y buenos de aquella valiente jovencita de blanca tez alegran la vida y el paisaje transformados en las bellas flores del camalote.


adaptacion Susana C. Otero
   
Shamán: Para el blanco, el brujo, para los originarios el sabio, el médico y el que intercedía entre Tupá y los mortales.  
Tupá: el gran hacedor.

lunes, 6 de abril de 2015

Leyenda "El regalo del cardón".

Para leer


Hace mucho tiempo, aunque ya se practicaba la agricultura en los valles, la vida seguía siendo dura en los cerros y las punas, porque allí los pastorcitos sufrían la sed cuando marchaban tras sus rebaños. Uno de esos pastorcitos se había enamorado de una joven como el pero hija del curaca, el jefe de la comunidad. Cada vez que regresaba a la aldea – después de una larga jornada - , la saludaba desde lejos y ella le sonreía, le sonreía. El curaca no quería ni oír del amor entre los jóvenes. Soñaba con otro destino para su hija (¡seguro, el hijo de otro jefe!), y odiaba al pastorcito. Quizás esa prohibición los acerco. El chico, un día, junto coraje y le hablo: la quería con toda su alma y no se resignaba a vivir sin ella. La joven también le confeso sus sentimientos, y, sabiendo de antemano la oposición que encontrarían, escaparon hacia la montaña. A la mañana siguiente, muy temprano, cuando el muchacho debió marchar con los animales y el grupo de pastores, sus compañeros notaron su falta, pero partieron igual. Rato después, el jefe se levanto para iniciar su labor del día. Advirtió la ausencia de su hija y se sorprendió, porque ella nunca faltaba a esa hora. Algo malicio porque despacho un chasqui al cerro para saber si el pastorcito había marchado con las llamas. ¡Y no le cupo duda!  Convoco entonces a sus guerreros para salir en busca de los enamorados, apresarlos y darles su merecido. Los jóvenes sospecharon que el airado curaca andaría tras ellos. Llevaban horas de delantera, pero conocían la firmeza y la capacidad del jefe y sus guerreros. Apelaron entonces a la Pachamama, la Madre de los cerros, protectora de los cultivos de maíz y de la quinua, la que ampara siempre a quienes le manifiestan su respeto. En lo mas alto del cerro cavaron un hoyito, depositaron en el los alimentos que llevaban y los cubrieron con piedras; allí mismo hicieron una apacheta, uno de esos altares a cielo abierto queen plena montaña reverencian a la Madre generosa. Y cuando la apacheta había tomado forma y el curaca y sus guerreros trepaban la cuesta acercándose a los fugitivos la apacheta se abrió como un manto protector y recogió en su regazo a los dos enamorados. El airado jefe y sus hombres llegaron jadeantes a la cumbre, pero sólo encontraron una apacheta recién hecha ¡y ni rastros de los fugitivos! Tuvieron que volver a la aldea, y cuando el curaca finalmente se resigno, junto a la apacheta brotó una nueva planta, hasta entonces desconocida, que en la sequedad de esas alturas formó un grueso tronco, espinudo, alto y recto y con sus brazos al cielo: ¡era el pastorcito convertido en cardón, agradeciendo para siempre a la Pachamama! Desde entonces, los que marchan por el cerro solo tienen que voltear un cardón para encontrar en su esponjosa y jugosa madera que parece de papel, el agua que saciará la sed de hombres y animales. Y cuando las nubes se amontonan y las montañas resuenan con el trueno que anuncia tormenta, sobre el pecho verde del cardón nace una flor blanca para anunciar la lluvia que bendecirá la tierra: es ella, la enamorada, convertida en flor por la Pachamama.


Audio de la leyenda.



  En video.

Leyenda de El nahuel




 Para leer

El lago Nahuel Huapi está enclavado en territorio argentino, más precisamente en nuestra Patagonia entre las provincias de Neuquén y Río Negro. Comprende 550 km2. Y está rodeado por el parque nacional homónimo.
 
   Dicen que dicen ...que a orillas del lago se asentaban dos comunidades autóctonas las cuales convivían pacíficamente. Eran los puelches y los poyas. Ellos le rendían tributo a un espíritu que vivía en las profundidades del lago.
   Tal era la devoción que le profesaban a ese maravilloso espíritu, que en agradecimiento a los dones que les obsequiaba, solían juntar flores o desprenderse de algún objeto que consideraban valioso para ofrecérselo. Era tan grande el amor que le tributaban que jamás tomaban una decisión sin consultarlo
   Ellos consideraban muy sabias todas sus determinaciones, en él confiaban.
   Vivía en toldos de los poyas una jovencita preciosa, la más bella de todas y cuyo nombre era Maitén.
   Ella era admirada por jóvenes y ancianos no sólo por su bondad sino que su rectitud era absoluta.
   Entre sus admiradores había dos jóvenes hermanos hijos del cacique puelche que no sólo la admiraban sino que estaban profundamente enamorados de ella.
   Los muchachos eran apuestos e inteligentes y eran los sucesores de la dinastía, ambos se disputaban el amor de Maitén y estaban convencidos de ser uno o el otro, uno de los elegidos.
   Cierto día, después de discutir bastante, ambos se presentaron ante la exquisita muchacha y con locuaz sabiduría le hicieron conocer sus aspiraciones.
   Ella los escuchó con verdadero respeto, luego parsimoniosa pero segura, les respondió.
   Maitén los rechazó a ambos dulcemente pero con decidida firmeza.
   Entonces, les hizo conocer que su corazón ya tenía dueño, le pertenecía a Coyán, un miembro de su propia comunidad.
   Los hermanos descontentos con las novedades estaban dispuestos a dar pelea y luchar por el amor de la muchacha, nada les importó que ella  les insistiese que Coyán era su verdadero amor.
   De resultas, ambos decidieron consultar a la machi, la mujer sentenció que ella se haría cargo. Los dos hermanos, sin entender bien el sentido que la anciana  le había dado a sus palabras, se retiraron conformes pensando  que Coyán dejaría de ser un obstáculo.
   Vaya uno a saber con qué ardid,  la anciana convidó a Maitén con una extraña sustancia que a poco de beberla la muchacha cayó adormecida.   
   Luego, la arrojó a una pequeña embarcación, que empujo, no sin esfuerzo a las frías aguas del lago Nahuel Huapi, donde moraba el espíritu que debería decidir cual de los hermanos sería el elegido, o tal vez Coyán...
   Desde la orilla, en medio del bello paisaje patagónico, los dos jóvenes vieron como una canoa se internaba en el lago, claro que ellos ignoraban que Maitén iba en ella.
   De repente, como si una fuerza superior agitara las aguas, tal como la anciana había dicho, el espíritu del lago se hizo presente y furioso levantó enormes olas, eran tan altas las crestas que se asemejaban a un mar embravecido, el rugido de las aguas era ensordecedor.
   Los jóvenes veían subir y bajar la embarcación  hasta la cresta de la ola y luego precipitarse fuertemente hasta el fondo.
   En ese instante, ambos estupefactos oyeron los gritos desesperados de Maitén pidiendo auxilio.
   En ese momento, Coyán apareció en escena, no era momento de rencores, los hermanos pusieron en conocimiento al muchacho que era Maitén quien viajaba en la canoa.
   El joven sin pérdida de tiempo,  se  arrojó decidido a las frías aguas del lago. Coyán, nadó con todas sus fuerzas, cuando ya estaba por alcanzar la embarcación, algo espantoso sucedió, de repente la canoa pareció entrar en un terrible torbellino y desapareció entre las crestas.
   Los gritos de Maitén se oían desde la orilla, mucha gente se arremolinaba y ninguno de ellos podía creer que hubiese olas de tal magnitud, todos alentaban a la muchacha y a Coyán.
   Sin embargo, de pronto pudieron ver a Coyán alcanzar a Maitén y abrazar con demencia el cuerpo de su amada, pero una lengua de agua los envolvió y ya no volvieron a verlos.
   Las aguas comenzaron a tranquilizarse y de dónde habían aparecido las  figuras de ambos enamorados fundiéndose en un abrazo, surgieron dos hermosas aves que sobrevolaron las aguas dando giros sobre las azuladas aguas del lago, ahora increíblemente mansas.
   Luego, las aves desplegaron las alas majestuosamente, dieron un giro señorial y se elevaron para perderse en el horizonte.
   Desde ese día, las aves volvieron cotidianamente al lugar y allí tuvieron sus crías, no eran ni más ni menos que los macas, aves acuáticas, que desde ese suceso los pobladores las reconocieron como símbolo de amor eterno.
   Todavía hoy en día, dicen que al caer el sol, siempre hay dos macas sobrevolando el lago y aseguran que son los espíritus de Maitén y Coyán demostrando que el verdadero amor nunca muere y va mucho más allá hasta llegar a la eternidad.

viernes, 28 de junio de 2013

jueves, 6 de junio de 2013

Leyenda del pombero.



Yasy Yateré o también llamado pombero.

¿Escuchás? Es el Yasy Yateré! Rapidito, para dentro!...
¡Vengan para acá!, dicen las madres y los mayores a "la gurisada" (incluidas las jovencitas...). 

Es típico escuchar esto en Misiones, Corrientes y alrededores...
Es que en noches de luna, o pleno mediodía de verano se oye un silbido: yasy yateré...yateré... cada vez más cerca, más fuerte...; entonces, las mamás hacen todo por no dejar solos ni un momentito a sus hijos más chicos...
El responsable de tanto alboroto es un pajarito que vive en las selvas del nordeste argentino, cuyo silbido monótono se oye al amanecer y anochecer.
Su representación física es el de una criatura de entre 2 y 6 años, de cara bonita, rubio, ojos azules o amarillos, sin orejas. Tiene un olor muy fuerte y desagradable.
Rapta niños que encuentra solos al mediodía o a la siesta. Sólo se lleva a los varones, a las mujercitas, por lo general las deja pues tienen el pelo tan largo como él. Lame sus frentes para quitarles el bautismo. Al rato de jugar un rato con ellos, los abandona envueltos en lianas y enredaderas, y los niños quedan mudos, atontados presa del su encantamiento.
Todos los años, para el aniversario del rapto, los chicos sufren ataques de epilepsia, para curarlos hay que bautizarlos de vuelta, cosa que no siempre funciona.
El Yasíyateré usa un gorro o boina roja. Su ropa es amarilla. Alrededor de su cuello tiene muchas llaves de oro y cinco anillos en los dedos. Lleva una varillita mágica, un bastoncito de oro muy brillante en el cual reside todo su poder; si alguien logra quitárselo comienza a llorar, pidiéndolo. Sin su bastón se debilita.
Cuando camina queda solo la huella del pie izquierdo, el derecho no se ve. Vive en lo profundo de la selva y come solamente huevos, miel y fruta. Es dueño de muchísimas alhajas y de tesoros.