lunes, 22 de mayo de 2017

Leyenda de la Niña Encantada 

En una laguna de Los Molles, Malargüe (Mendoza) surge la leyenda de La Niña Encantada. La historia de una hermosísima indiecita mapuche enamorada, que llenó de misterio este lugar, y la naturaleza sabiamente, equilibró en perfecta armonía de colores, sonidos, perfumes y paisaje. Hacemos una transcripción del libro Leyendas Mendocinas de Jorge Julio Ammar, docente mendocino, que escribió una serie de libros relacionados con este género literario.




La niña encantada
Había una vez, una hermosísima princesa indígena que se llamaba Elcha. Su belleza era realmente llamativa y, por su puesto, era la alegría de toda la tribu.
Por aquel entonces, la tribu de Elcha estaba enfrentada a otra tribu vecina en la que vivía un joven indio que había crecido en amistad y compañerismo con la princesita.
A medida que pasaba el tiempo, esa amistad fue convirtiéndose en verdadero amor, un amor sólido – como la roca de las serranías que les servían de abrigo – y puro – como las aguas surgentes que corrían por los valles cordilleranos.
La bruja de la tribu, ante la animosidad que presentaban las familias, sugirió al cacique  que la mejor manera de detener la beligerancia que existía, era casando a Elcha con un hijo del cacique de la tribu vecina.
Ambos caciques se reunieron y se pusieron de acuerdo, fijándose la fecha del enlace para la próxima luna nueva.
Elcha fue informada de la decisión de su padre. Ante ello, en la noche anterior a la boda el joven indio tomó dos caballos de su tribu y escaparon velozmente hacia el norte.
De inmediato, ante la huida, las dos tribus se aprestaron a una persecución ara que se cumpliera el designio de los caciques,
Era noche de tormenta. Comenzó a llover. Los perseguidores acortaban la distancia que los separaban de los fugitivos.
En un momento, los jóvenes entendieron que habían extraviado el camino y siguieron adelante hasta que un abrupto corte les cerró el paso. Hacia abajo, en el precipicio, solo se divisaba el espejo de una pequeña laguna en la que se reflejaban los rayos y relámpagos de la tormenta que estaba encima de ellos.
Miraron hacia atrás y la luz de un relámpago iluminó a los perseguidores que ya estaban muy cerca.
Elcha y el joven no lo pensaron y decidieron arrojarse al agua.
La primera en llegar y asomarse a la laguna fue la bruja y el en instante en que lo hizo un poderoso rayo descargó sobre ella toda su enero  dejándola petrificada allí.
El resto de los perseguidores se acercaron temerosos y vieron reflejada en la superficie de la laguna la imagen de Elcha,
Desde entonces y hasta hoy, tanto la bruja petrificada y la imagen de Elcha se pueden distinguir perfectamente y por eso que los lugareños bautizaron a ese espejo de agua como “La laguna de la Niña Encantada”.
Elcha, en lengua mapuche significa espejo.

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